En el año de 1500, un joven pasajero procedente de España desembarcaba en el Puerto de Darién sin objeto determinado, pero ávido de adquirir gloria y fortuna en las frecuentes exploraciones de los países recientemente descubiertos, de nombre Fernando o Hernando y más comúnmente llamado Hernán Cortés. Había nacido en Medellín en el año de 1485; de padres nobles, pero muy pobres económicamente.
Estudió humanidades, bajo cuya denominación se entendía en aquel tiempo literatura y filosofía, además de graduarse en derecho en la Universidad de Salamanca. Gracias a la protección de su pariente Nicolás de Obando, gobernador de las islas españolas, figuró en algunas expediciones dirigidas a explorar aquellos remotos países. Formó parte, entre otras, de la que capitaneaba Diego Velázquez, con quien marchó a Cuba.
Casi al mismo tiempo que regresaba a Cuba la expedición bajo las órdenes de Velázquez, gobernador de la isla, hacía lo propio otra que, al mando de Juan de Grijalva, intrépido soldado y excelente marino, había ¡do a explorar los mares del golfo de Yucatán llevando consigo gran cantidad de oro y la noticia de la existencia en aquellas regiones de un gran imperio, tan rico como civilizado.
Tan pronto como se pudo, el gobernador organizó otra expedición. Hernán Cortés, que a la sazón vivía en Santiago de Cuba en compañía de doña Catalina Juárez, su esposa, a quien la historia califica de hermosa, fue nombrado capitán de ella.
Receloso Velázquez y dando oídos a los envidiosos y descontentos, quiso impedir la marcha de Cortés, pero éste reunió su tropa sigilosamente en el muelle y con ella se embarcó, sin esperar la aurora el 18 de noviembre de 1518. El gobernador de Cuba conocía perfectamente a Cortés y sabiendo que por la fuerza nada adelantaría, no se atrevió a perseguirlo.
Removiendo obstáculos, arrollando a sus enemigos, difundiendo la luz del Evangelio y derribando ídolos, caminó Cortés triunfante hacia la capital de México. Entrando en el río de Tabasco (Grijalva) pensó llegar a la ciudad de este nombre, donde creía ser recibido amistosamente como lo fuera Grijalva antes que él, pero no sucedió así. Fue entonces cuando se apresuró a tomar posesión de aquellos territorios en nombre del rey de España y mandó edificar junto a la costa, la fortaleza de la Vera Cruz. Prosiguiendo su marcha los conquistadores, vencen a los tlaxcaltecas, que eran una república independiente y los convierten en sus aliados contra Moctezuma, el emperador de México.
Moctezuma, sentado en un sillón de oro, colocado en unas andas de igual precioso metal, salió al encuentro del conquistador y con él entra en la magnífica capital, población de 20 mil casas, guarnición numerosa, disciplinada y práctica en las artes de la guerra. Y aunque el emperador da al conquistador todo género de satisfacciones, Cortés pone en sus manos unos grillos al poderoso Moctezuma y lo lleva preso al cuartel de los españoles.
Poco tiempo después llegó a México el teniente de Velázquez, Pánfilo de Narváez, seguido de 1,400 hombres con objeto de aprisionar a Cortés, llevarlo a Cuba y someterlo al fallo de un consejo. El conquistador, dejando en la capital parte de sus fuerzas, salió al encuentro de Narváez con sólo 250 soldados, sorprendiéndolo y derrotándolo sin esfuerzo.
Cuando regresó a la ciudad se encontró con la sorpresa de que los mexicanos aprovecharon su ausencia, teniendo sitiado el cuartel de los españoles. Moctezuma se asomó a la ventana para arengar a los suyos; en aquel instante una piedra le dio en la cabeza. Poco después, los mexicanos al saber que había muerto su emperador, proclamaron a un hermano de Moctezuma, llamado Cuitláhuac.
La sangre volvió a correr por las calles de México y Cortés, que veía caer a sus soldados sin poder evitar el destrozo, decidió abandonar la ciudad. Algún tiempo después recibió algunos refuerzos de España, y al frente de 3,000 soldados y de un cuerpo auxiliar de 10 mil hombres que le dieron los tlaxcaltecas, volvió sobre la capital del imperio. Para entonces, Cuitláhuac había muerto de viruela, sucediéndole en el trono un sobrino de Moctezuma, llamado Cuauhtémoc.
El nuevo emperador, que era joven y tenía instintos bélicos, se preparó para la guerra, pero fue vencido y hecho prisionero por Cortés, quien al cabo de tres años de cautiverio y de haberlo sometido al tormento, lo mandó ahorcar acusándolo de haber tomado parte en una conspiración. El 13 de agosto de 1521, México quedó definitivamente en poder de España.
Sus conquistas y nuevos descubrimientos valieron a Cortés el nombramiento de capitán general de la Nueva España, inmensos territorios y un recibimiento triunfal en Toledo, donde le esperaba Carlos V.
Cierto día en que el rey salía de su palacio, se acercó al estribo de su carroza un caballero de luenga y poblada barba blanca; se trataba de Hernán Cortés que, pobre y desvalido, moriría poco después.
Falleció en 1547 en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla. Para vivir eternamente, como dice un historiador y por la fama de sus hechos, su cuerpo fue trasladado a América, donde actualmente descansa.
Falleció en 1547 en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla. Para vivir eternamente, como dice un historiador y por la fama de sus hechos, su cuerpo fue trasladado a América, donde actualmente descansa.
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