Compositor alemán que nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770 en el seno de una familia de tradiciones artísticas. Fue hijo de un tenor, bohemio y bebedor, que a muy temprana edad descubre las extraordinarias cualidades de su hijo para la música. Su infancia transcurrió triste y enfermiza dedicada al estudio de la música.
A los ocho años da su primer concierto en Colonia y hace un pequeño viaje por Holanda. Su formación corrió a cargo de algunos amigos de su padre. Sin embargo, gracias a Christian Nelfe, organista de la corte, su verdadero maestro, conoce las obras de Bach y de Hándel. A los 12 años ya era un gran intérprete, tanto en el piano como en el órgano, tocando la viola en la orquesta del archiduque.
Ayudado por su profesor y algunos aristocráticos personajes, pudo viajar a Viena en 1 787, donde se dice tocó para Mozart, genio indiscutible del momento. Pero Ludwig regresó a Bonn, ya que su madre había muerto y su padre sólo vivía para el alcohol. Tuvo que ocupar el puesto de su padre dentro de su familia, trabajando durante cinco años, dedicando sus ratos libres al estudio y a la composición.
Tras la muerte de su padre, se instaló definitivamente en Viena (1792), donde encuentra a sus verdaderos y grandes maestros: Haydn, Salieri y Albrechtsberger. Allí se centra en la composición, aunque a veces actúa como concertista. En 1796 comienza a sentir los primeros trastornos de sordera, que será completa a partir de 1819. Al poco tiempo se enamoró de Julieta Guicciardi, quien no fue más que su amor contrariado. Nunca se casó, pero siempre tuvo en su corazón a Bettina Brentano, poetisa de 20 años a la que Ludwig conoce en 1810.
Beethoven vive una situación estable, desde el punto de vista económico, y la crítica lo consideraba un genio llamado a ser el sucesor de Mozart. Su producción artística no se interrumpe. Comienza la composición de las sinfonías y concluye sus cánticos espirituales. Dedicó la Tercera Sinfonía a Napoleón, guerrero victorioso y tenaz, dedicatoria que destruye cuando se entera de su coronación como emperador. En 1808 compone su magistral Quinta Sinfonía, y en 1823, la Novena, que se estrena al siguiente año. En los últimos tiempos, agudizada su enfermedad intestinal y completamente sordo, recibe la ayuda de la Sociedad Filarmónica de Londres.
La producción beethoveniana se divide en tres etapas: La primera, vivida bajo la influencia más de Haydn que de Mozart, aunque no le falta su personal sello, que está representado en obras como la Sonata patética, algunos de los tiempos lentos de los primeros cuartetos y Adelaida. La segunda está llena de las más bellas muestras de madurez artística, desde la Tercera Sinfonía hasta la Novena, el Trío en Sí Mayor, la Sonata Kreutzer, los cuartetos, Fidelio; su intento de crear una ópera auténticamente alemana, y La batalla de Vitoria, una obra de circunstancias que, sin embargo, fue un éxito clamoroso cuando se interpretó durante el Congreso de Viena. Y la tercera época, está representada por su Misa Solemne, las Bagatelas, para piano, y su Novena Sinfonía, cima de la música universal.
Dentro de sus obras para orquesta destacan: nueve sinfonías, siete oberturas, cinco conciertos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta, uno para piano, violín, violonchelo y orquesta, música de ballet, etc. Este gran compositor murió en Viena el 26 marzo de 1827.
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