Dramaturgo y poeta inglés. Nació en Stratford-upon-Avon en abril de 1564. Durante la segunda mitad del reinado de Isabel I (1558-1603) asiste Inglaterra al auge de su literatura, y particularmente de su teatro. Por encima de cualquier otro autor, ocupa un lugar de máxima importancia en la historia de la literatura inglesa y universal.
Nació en el seno de una familia humilde, aunque de noble estirpe. Su padre trabajó la mayor parte de su vida como carnicero, lo que no quitó que conservara el blasón familiar: un brazo empuñando una lanza. William trabajó en el matadero-carnicería desde muy joven, dedicándose con interés, al mismo tiempo, a la lectura. A los diecisiete años compuso su primera cuarteta. Según asegura Víctor Hugo, esa misma noche conoció en una reunión de jóvenes amigos a Ana Hathaway, ocho años mayor que él, con la que se casaría poco después.
En 1583 nació su hija Susan y en 1585 sus gemelos Judith y Hamlet. Abandonó después a su familia y marchó de su población natal. Nunca más volvería a saber de su esposa. Trabajó como maestro de escuela, escribiente de un procurador y hasta fue cazador furtivo. Detenido por esta actividad, encarcelado y procesado, huyó a Londres, donde su primera ocupación fue la de cuidar caballos a las puertas de los teatros.
Poco después consiguió el empleo de traspunte en el teatro Black-Friars, el más concurrido de Londres. En 1587 pasó de apuntador a las tablas como comparsa y posteriormente como cómico. Siendo actor, comenzó a frecuentar algunas tabernas donde pudo relacionarse con autores de cierta fama. Conoció a Decker, a Symon Forman y a sir Walter Raleigh, entre otros. Paralelamente, Shakespeare no había dejado de cultivar sus lecturas, entre las que destacaba la de Montaigne.
En 1589 escribió su primera obra dramática, Pendes, y dos años después, El rey Enrique VI. Su teatro no supuso una innovación, pero sí la conclusión de los esbozos que ya habían sido iniciados por anteriores autores; la conclusión genial y definitiva de un tipo de dramaturgia que apenas comenzaba a aflorar. La mezcla de elementos cómicos y trágicos, la utilización del verso blanco, la conjunción de la prosa y las formas poéticas de una misma obra y tantos otros factores literarios que escandalizaron a los espectadores de incuestionable sabiduría artística e insuperable cultura clásica, habían sido ya preludiadas por autores como Richard Edwards. Pero Shakespeare fue quien los perfeccionó y asumió en profundidad para darles un sentido plenamente innovador, casi revolucionario, e indudablemente magistral.
En 1593, escribe La fierecilla domada; en 1595, Timón de Atenas; en 1596, Macbeth; en 1597, Cimbelino; en 1598, Los dos hidalgos de Verona, Bien está lo que bien acaba, Sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia, etc. En 1599, Romeo y Julieta. En 1602 concluyó Otelo y, un año después, Hamlet, Julio César, en 1604; El rey Lear, en 1607; Antonio y Cleopatra, en 1610 y, en 1611, Enrique VIII, Cuento de invierno y La tempestad.
Sus obras no siempre se representaron inmediatamente después de componerlas. Los estrenos se preparaban, sin embargo, rápidamente, ensayando sobre el manuscrito por falta de tiempo para hacer copias. Ello ha ocasionado la pérdida de prácticamente todos los originales.
En 1607, el rey le concedió la dirección y explotación del Black-Friars, así como una participación en las ganancias del Globe Theatre, el más importante de Londres. Pero, el censor Chamberlain no dejó de causar problemas a Shakespeare. Prohibió la publicación de sus obras y dificultó algunos de sus estrenos. A pesar de todo, el teatro de Shakespeare no dejó de guardar una carga satírica y crítica contra algunos aspectos de la sociedad de su tiempo.
En 1613, decidió retirarse a su casa de Stratford-on-Avon. Su situación económica había empeorado y se vio obligado a hipotecar; pese a todo, a partir de este año vivió hasta su muerte en New-Place, retirado por completo de su actividad literaria.
A su muerte, ocurrida el 23 de abril de 1616, su obra cayó en el olvido. En el siglo XVIII algunos autores hacen aparecer obras del gran dramaturgo, apropiándose de ellas y, hacia 1728, Voltaire llevó a Francia el legado de Shakespeare sólo para que sirviera de burla. Finalmente, Garrick rescató en Inglaterra al gran genio, con lo que se inició su revalorización.
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